HUERTA SOLIDARIA SAN ANTONIO DE PADUA
Es una de las iniciativas solidarias que se llevan a cabo en la parroquia de San Antonio de Padua. Tal iniciativa tiene su origen en el año 2013 y nace con el afán de responder mejor a las necesidades que descubrimos en nuestro entorno. La pandemia del COVID pasa factura y deja sumidas en serias dificultades económicas a familias del vecindario: paro, hipotecas, recibos, cesta de la compra, niños en edad escolar, imprevistos, y un largo etcétera que sería casi imposible de relatar pormenorizadamente. Se agrava la crisis y se hace más larga la cola en la puerta de la parroquia.
Los comentarios dentro de la misma parroquia y con los vecinos en la calle apuntan a buscar salidas originales que representen nuestra voluntad de arrimar el hombro, de involucrar a todos los que se sienten desplazados por el sistema y de sensibilizar al conjunto de la sociedad. Éstos últimos serían algunos de los objetivos principales del proyecto.
El camino para culminar esta iniciativa pasa por aquellas personas que de forma altruista nos ceden las tierras o nos apoyan con materiales de abono y cultivo. Un propietario de la zona de Saamasas pone a nuestra disposición una parcela de aprox. 5000 metros cuadrados. Un empresario del sector del automóvil corre con los gastos extraordinarios y con los desplazamientos de personal, un granjero aporta el abono necesario para la tierra, una empresa de servicios agrícolas transporta y extiende el abono, ... La suma de todos estos esfuerzos llenos de generosidad se traducen en una cosecha realmente gratificante y eficaz. Inevitable relacionar estos hechos con los narrados en el Nuevo Testamento en relación a la vivencia de la caridad: "Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos." Hch 2, 44-47.
En el despacho de la parroquia escuchamos con atención uno por uno los casos de los vecinos que pasan por un mal momento, lo hacemos prestando la mejor acogida, que suavice "el mal trago" de la persona que se siente al límite y decide pedir ayuda por primera vez. Tomamos nota de la situación particular y buscamos los recursos que nos parecen más urgentes y están a nuestro alcance. Distribuimos entre los usuarios una bolsa con alimentos de primera necesidad. Los alimentos se van reuniendo fundamentalmente con las aportaciones de los feligreses y, en ocasiones, con apoyos de otras comunidades hermanas. Alimentos y el pago de recibos de alquileres, electricidad, gas ciudad, están al orden del día en San Antonio.
Hay un aspecto que consideramos de vital importancia, que la caridad no se reduce a la entrega de recursos materiales sino a recuperar en autoestima y dignidad a las personas que están marcadas por la lacra de la pobreza. De este convencimiento parte el empeño por involucrar en el proceso de captación y creación de recursos a los mismos beneficiarios. Y desde esa relación de preocupación por la integridad de la persona, de respeto mutuo y amistad se consigue la implicación de todo el mundo.
La cola a la puerta de la parroquia para solicitar ayuda se convierte ahora en un grupo nutrido de voluntarios para sembrar, realizar trabajos de mantenimiento y cosechar. La procedencia y edades de los voluntarios es muy diversa: Cuba, Colombia, Marruecos, España... y, se respira un ambiente de compromiso y solidaridad, y al mismo tiempo se propicia el conocimiento y la vida en comunidad.
El primer objetivo del proyecto "Huerta Solidaria" pasa por facilitar la vivencia de la caridad entre los miembros de la parroquia que semana a semana nos reunimos para celebrar la eucaristía. El mandamiento de amar a Dios se completa con ese otro mandamiento “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” . Mensaje de Jesús que tenemos en la mente y en el corazón y que puede quedar reducido a un ideal o a un mero cumplimiento abstracto. El ciclo se completa presentando el proyecto a la comunidad y ofreciéndoles a modo de pequeña gratificación una bolsa de patatas. Un gesto que plasma la esencia de nuestra condición de parroquia en la que todos estamos unidos y resalta el valor de la caridad, de dar generosamente porque "hay mayor alegría en dar que en recibir" Hch 20, 35. La caridad surge cuando se vive y se celebra la fe, y tienen sentido nuestras acciones caritativas cuando acompañan y facilitan esa misma experiencia de fe.